La cirugía de la cifosis consiste básicamente en la corrección de deformidades de la columna en el plano sagital, para conseguir una correcta alineación del raquis. Básicamente es corregir la desviación anterior de la parte superior del tronco.
Esta cirugía va dirigida a aquellos pacientes que presentan una desviación del raquis en este sentido (llamado también cifosis). El origen de esta desviación puede ser idiopático o desconocido, o bien secundario a malformaciones vertebrales, fracturas (cifosis postraumática) infecciones (o defectos del crecimiento (lo más frecuente, llamado enfermedad de Sheuermann). La cirugía se emplea principalmente para la cifosis grave (de más de 70 grados) o para curvas que no responden al corsé. La cirugía generalmente tiene dos metas principales: detener el avance de la deformidad en columnas que crecen y corregir la deformidad existente.
Esencialmente la cifosis se corrige por vía posterior. Se trata de una cirugía con cierto riesgo para la médula, por lo que se tiene que realizar con monitorización de la misma durante de la intervención (potenciales evocados intraoperatorios). Se practica un abordaje posterior sobre la columna, identificando todas las vértebras involucradas en la deformidad. A continuación se colocan tornillos en los pedículos de las vértebras. Durante este tipo de cirugía, el cirujano acopla una barra de metal a cada lado de la columna vertebral del paciente usando tornillos acoplados a los cuerpos vertebrales, reduciendo la deformidad. Se consigue la fusión ósea mediante el aporte de injerto de hueso del propio paciente o del banco de huesos El hueso crece entre las vértebras y las mantiene juntas y rectas. Este proceso se denomina fusión espinal. Las barras de metal acopladas a la columna vertebral aseguran que la columna permanezca recta mientras se produce la fusión espinal.
Otra opción de cirugía para algunos tipos de cifosis, especialmente cuando dependen de una sola vertebra (cifosis angular) es mediante un abordaje anterior, lo que significa que la cirugía se realiza a través de las paredes torácicas, en lugar de a través de la espalda del paciente. El paciente yace en posición lateral durante la cirugía. Durante este procedimiento, el cirujano hace incisiones en el costado del paciente, desinfla el pulmón y extrae una costilla para alcanzar la columna vertebral.
Habitualmente los pacientes permanecen 24 horas en la UCI con reposo en cama después de la cirugía, retirándose los drenajes a las 48 horas después de la intervención. Al segundo día inician la sedestación y progresivamente la deambulación asistida y la rehabilitación, y entre el sexto y séptimo día pueden ser dados de alta del hospital siendo autónomos para las actividades de la vida diaria. Las grapas o puntos se retiran entre los 10-14 días y el paciente sigue la rehabilitación de forma ambulatoria. Algunos pacientes también pueden regresar al colegio o al trabajo en un período de 2 a 4 semanas después de la cirugía y reanudar muchas actividades preoperatorias en 4 a 6 meses. Después del proceso de recuperación, es posible que los pacientes puedan volver a llevar una vida activa normal.
En general, para los abordajes posteriores las complicaciones principales suponen el 5% y comprenden la infección, el malposicionamiento de los tornillos y la parálisis intestinal transitoria (íleo paralítico). Las complicaciones de la médula prácticamente desaparecen con la utilización de la monitorización intraoperatoria. Finalmente, en algunos casos puede producirse pérdidas hemáticas suficientes para que se requiera una transfusión. Otras complicaciones a largo plazo son la falta de fusión, la rotura del material o la progresión de la curva en zonas que no están fusionadas.
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